Señor Jesús, le pediste al Padre que concediese a los
hombres la alegría de saber cuánto les amas,
tanto como amaste a Jesús. En esa alegría encontramos la unidad que debe caracterizarnos como hijos
tuyos.
Si queremos, como cristianos, predicar con el ejemplo y ser
modelo de vida para los que nos conocen, es necesario que seamos uno, que
estemos unidos, que sepamos insistir en lo que nos une, que es tu amor, y que no
nos consideremos por encima de los demás.
Concédenos la unidad, como te pedimos cada domingo en la
Eucaristía.
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