Partir el pan
TE CONOCIMOS,
SEÑOR
Andando por el camino, te tropezamos, Señor.
Te hiciste el encontradizo, nos diste conversación.
Tenían tus palabras fuerza de vida y amor, ponían
esperanza
y fuego en el corazón.
Te conocimos, Señor, al partir el pan.
Tú nos conoces, Señor, al partir el pan.
Llegando a la encrucijada tú proseguías, Señor.
Te dimos nuestra posada, techo, comida y calor.
Sentados como amigos a compartir el cenar.
Allí te conocimos
al repartirnos el pan.
Andando por los caminos,
te tropezamos, Señor,
en todos los peregrinos que necesitan amor:
esclavos y oprimidos que buscan la libertad,
hambrientos, desvalidos, a quienes damos el pan.
Del evangelio de Juan 6,
22-29
Después de
que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando
sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del
mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había
embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto,
unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan
después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni
sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca
de Jesús.
Al encontrarlo
en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido
aquí?».
Jesús les
contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto
signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento
que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os
dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le
preguntaron: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió
Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Palabra del Señor
PARA MEDITAR
La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo
en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni
para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.
Jesús
comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el
principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir
a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más.
Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de
vida.
La gente
intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer,
ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas
palabras: « y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?
». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios
quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué
obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.
La respuesta
de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios
quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean
en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la
nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.
Después de
tantos años que necesitamos como seguidores de Jesús, ¿no necesitamos descubrir
de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en
Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una
religión de "creencias" y de "prácticas" a vivir como
discípulos de Jesús?
La fe
cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código
de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del Antiguo Testamento.
No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace
de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo
cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar,
sufrir y vivir como Jesús… a parecernos un poco más a Jesús, transformaremos
nuestras vidas y las de los que van caminando a nuestro lado.
A. R.
Medina.
27 de abril.
Parroquia del Buen Pastor (Zaragoza)
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