Desde pequeñitos hemos oído que debemos cumplir tu voluntad,
Señor, y te hemos pedido que se cumpla. Y es cierto que debemos hacerlo, pero
no por sumisión ciega o de manera inconsciente, sino por una razón muy
sencilla. Tan sencilla que todo se vuelve evidente cuando pensamos,
precisamente, en eso. ¿Cuál es tu voluntad? Tu voluntad es que los hombres seamos
felices. Para eso nos has creado, para eso nos has dado la vida y, viviéndola
bien y santamente, te damos la gloria que mereces.
Danos fuerza y confianza para permitir que la fuerza de tu
Palabra nos cale, nos inunde y nos transforme. Y así, alcanzar la felicidad.
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