La misión de los
cristianos en la sociedad es aquella de dar luminosidad a la vida con el amor
que Cristo nos dona y, al mismo tiempo, mantener lejos los gérmenes contaminantes
del egoísmo, envidia, maledicencia… Estos gérmenes arruinan el tejido de nuestras
comunidades, que deben en cambio resplandecer como lugares de acogida, de
solidaridad y de reconciliación. Cada uno de nosotros está llamado a ser
luz en el propio ambiente de la vida cotidiana, perseverando en la tarea de
regenerar la realidad humana en el espíritu del Evangelio y en la perspectiva
de Reino de Dios. Que nuestra Madre nos ayude a dejarnos siempre iluminar por
el Señor, para transformarnos también en “luz del mundo”. Palabras del Pontífice.
ORACIÓN
Señor Jesús,
Cada mañana nos regalas Tu luz, y nos dices:
“Mirad y ved”, un lejano resplandor de mi
presencia.
Estoy con vosotros, alegraos.
Señor, Tu luz me alegra el corazón
Y hace brotar en mí la acción de gracias.
Me doy cuenta de que yo debo ser un reflejo de esa Luz tuya
Estoy con vosotros, alegraos.
Señor, Tu luz me alegra el corazón
Y hace brotar en mí la acción de gracias.
Me doy cuenta de que yo debo ser un reflejo de esa Luz tuya
Haciendo visible cada
mañana, el milagro de tu presencia.
Enciende cada día la pequeña lámpara de mi vida,
Hazme ser en el corazón de la noche de tantos hermanos que se encuentran perdidos,
Enciende cada día la pequeña lámpara de mi vida,
Hazme ser en el corazón de la noche de tantos hermanos que se encuentran perdidos,
Un signo luminoso de esperanza.
Que sea yo a la luz de Tu presencia:
Sensible y misericordioso, paciente y humilde,
sincero y veraz.
Amén.
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