En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a su hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un gentil o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el Cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el Cielo. Os aseguro, además, que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del Cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” Mateo 18, 15-20
Jesús no está pensando en
celebraciones masivas como las de la Plaza de San Pedro en Roma. Aunque solo
sean dos o tres, allí está Él en medio de ellos. No es necesario que esté
presente lo que algunos denominan la jerarquía; tampoco hace falta que sean
muchos los reunidos.
Lo importante es que “estén reunidos”, no dispersos, ni enfrentados: que no vivan descalificándose unos a otros. Lo decisivo es que se reúnan “en su nombre”: que escuchen su llamada, que vivan identificándose con su proyecto del Reino de Dios. Que Jesús sea el centro de su pequeño grupo
Departamento de Pastoral. Colegio Ntra. Sra del Sagrado Corazón. Madrid
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