sábado, 4 de abril de 2020

Domingo de Ramos: Jesús nos da color

«Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que Tú quieres». Pasión de Nuestro Señor


Próximos a la Semana Santa, y sin perder la perspectiva de la situación que estamos viviendo, comenzamos el Domingo de Ramos, que nos introduce a su vivencia, en aquella primera manifestación triunfal en que el pueblo sencillo aclamó al Señor. Mientras tanto, sus enemigos tramaban su muerte. El secreto puede estar en confiar y tener fe en el plan de Dios. Sentirnos cercanos al Crucificado con nuestra oración.

Cristo, por amor, asumió personalmente nuestro mal. Se hizo vencedor recorriendo el camino contrario a los deseos de poder y de dominar. Cristo no devolvió mal por mal. Representa el triunfo del amor sufrido. Amó uniendo dos extremos, la máxima ofensa y el máximo amor. Él nos enseñó que solo amamos en verdad al hombre cuando somos capaces de sufrir por él. Jesús nos invita en estos días a vivir la cruz. Abandonar el egoísmo y la mirada fija en nosotros mismos, dirigiéndonos hacia la Pascua, haciéndonos “prójimos de nuestros hermanos y hermanas que pasan dificultades, compartiendo con ellos nuestros bienes espirituales y materiales”.

El silencio interior es el mejor amigo de la reflexión y la palabra de Dios, el mejor consejo.

Dios, que ha creado este mundo, comparte con nosotros esta situación, se conmueve con nuestro sufrimiento, nos comprende y nos da su consuelo. Jesús nos pide dar vida en estos momentos, como Él se la dio a su amigo Lázaro; pide nuestra colaboración proporcionando serenidad,  ánimo y esperanza, acompañando a los que pasan momentos oscuros con palabras y gestos… Dios se hace oír a través de nosotros para dar luz y llenar de color nuestra propia vida y la de los demás.

Jesús: ante la muerte de Lázaro escuchaste y acogiste entre lágrimas las quejas de tus amigos, te pedimos por todos aquellos que están enfermos en los hospitales, en casa, solos o cansados por la dureza de estos días.
Te damos gracias por los que arriesgan su vida por devolvernos la salud, por alimentarnos o servirnos; sostén sus fuertes manos y pon alegría en su corazón. Cuida de esta familia grande que formamos el mundo.
Que siempre confiemos en Ti, que eres “la Resurrección y la vida”, porque contigo ¡vamos a cambiar el corazón!    Estaba gris, pero Jesús llena nuestra vida de color.

¡TODO VA A SALIR BIEN!


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