Nos empeñamos en acumular, cuando la propia
Naturaleza nos está hablando de que el secreto de la vida esencial está en dar.
Somos naturaleza y, cuanto más nos centramos en amontonar, más actuamos “contra
natura.” La Naturaleza nos mantiene en vida: el sol, el agua, el aire, la
tierra… todo es un regalo. Ellos son imprescindibles y posibilitadores de
nuestra vida y no hemos tenido nada que ver en la existencia de estos elementos
vitales para nosotros. La tierra por la que transitamos nos sustenta, nos
alimenta, nos acoge. Todo se nos ha dado.
“Los ríos no beben su propia agua;
los árboles no comen sus propios
frutos.
El sol no brilla para sí mismo;
las flores no esparcen su
fragancia para sí mismas.
Vivir para los otros es una regla
de la naturaleza.”
La naturaleza nos evoca generosidad.
El Maestro de los maestros invita a sus seguidores
no solamente a dar, sino a darse. Para esto no hace falta tener muchas cosas,
se necesita ser, la entraña de la donación. Él va por delante en la
excelencia. Fue capaz de dar lo más sagrado, la vida, por quienes amaba. Si
Dios es entrega y donación, su obra, la Naturaleza, está creada a su imagen y
semejanza. Es hechura de sus manos. Cuidando su obra nos cuidamos a nosotros
mismos, también naturaleza, y cumplimos su voluntad.
Lorenzo Sánchez. Colegio Montpellier
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