lunes, 22 de junio de 2020

La mirada es una elección

Ahora que estamos viviendo en “tiempos de mascarilla”, se nos presenta un reto interesante: ¿Perderá calidad, irremediablemente, nuestra comunicación?

La mascarilla tapa, limita la comunicación gestual a través de la cara. Pero la potencialidad comunicativa del ser humano es extraordinaria: por eso cobra una especial relevancia la mirada. Escribe el poeta alemán Friedrich Hebbel, “Los ojos son el punto donde se mezclan alma y cuerpo”.

Observando la mirada se puede deducir el estado de ánimo de una persona. A través de ella, podemos adentrarnos en su intimidad y sin mediar palabra. La mirada puede expresar seducción, desconfianza, temor. Hay miradas vacías, inexpresivas, perdidas, ingenuas, esquivas, tristes, retadoras, amorosas. De entre ellas cabe destacar la mirada profunda, esa que caracteriza a las personas con una rica vida interior. Es una mirada transparente, comprensiva y compasiva, suave y sincera. Se trata de esa mirada que va más allá de lo que ve. Paulo Coelho escribe: “Nadie logra mentir, nadie logra ocultar nada cuando mira directo a los ojos”.

La sabiduría popular también nos advierte del contenido maléfico de algunas de las miradas, “hay miradas que matan” que manifiestan odio, rabia y recelos. También añadimos la otra cara de la moneda: “hay miradas que sanan”.

La mirada es una elección. Eliges donde posar y re-posar tu mirada. Si acudimos a la historia de las llamadas y encuentros vitales profundos y transformadores, siempre aparece un juego de miradas. “Me sedujiste, Señor y me dejé seducir.” (Jr. 20,7). Exquisita la narración de Marcos cuando narra el tipo de mirada acogedora que Jesús le dedica al joven rico: “Jesús lo miró con cariño” (Mc 10. 21). El arte también se ha hecho eco de la potencia de la mirada divina. El médico Brian Weiss escribe: “Cuando mires a los ojos a otra persona, a quien sea, y veas tu propia alma reflejada, te darás cuenta de que has alcanzado otro nivel de conciencia”.

Cuando nuestra mirada y la mirada de Dios se encuentran, todo es nuevo, distinto y surge una auténtica re-creación, un nuevo sentido de la vida. Ilustrativo el proverbio árabe cuando afirma que “quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación”.

 Lorenzo Sánchez. Colegio Montpellier, Madrid


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