jueves, 30 de abril de 2020

Oración para el sábado


PARÁBOLA DE LOS TALENTOS



PETICIÓN

Padre, ayúdanos a comprender que lo que se nos ha dado se multiplica dándolo. Es un tesoro que hemos recibido para gastarlo, invertirlo y compartirlo con todos.

REFLEXIÓN

En esta parábola se alude a cómo cada persona con su potencial y poniéndolo a trabajar consigue aumentarlo. Por eso, el señor felicita y aplaude la actuación de los dos siervos, cada uno en la medida de sus posibilidades da lo que tiene y recibe su recompensa.

Jesús quiere enseñar a los discípulos a usar bien sus dones: Dios llama a cada hombre a la vida y le entrega talentos, confiándole al mismo tiempo una misión que cumplir. Sería de ilusos pensar que estos dones se nos deben; así como renunciar a emplearlos sería menoscabar el fin de la propia existencia.

Igualmente se aplica a nosotros, según las posibilidades reales de cada individuo. Hay personas que tienen gran influencia sobre los demás, otras son muy serviciales, otras, en cambio, son capaces de entregarse con heroísmo al cuidado de personas; las hay con una profesión, con un trabajo, con unos estudios, con una responsabilidad concreta en la sociedad…

En las circunstancias que estamos viviendo vemos cómo el trabajo de las personas se valora desde todos los estamentos de la sociedad y se pone de manifiesto que todos son importantes, van surgiendo iniciativas que ponen al servicio de la sociedad, de la comunidad, esos talentos, capacidades que poseemos.

Pero puede darse el caso del tercer siervo del evangelio: no produjo nada con su talento, lo que podría interpretarse como una falta de interés y desprecio a quien le ha regalado el talento.

Analiza tu jornada. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué cualidades han dado su fruto? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías?
ORACIÓN



Señor, gracias por los talentos que me has dado.
No permitas que la apatía o el desánimo me lleven a enterrarlos
o a utilizarlos para mi beneficio personal.
Ilumina mi oración,
permite que me acerque a Ti con confianza
 y con un corazón sincero,
para desprenderme de mi voluntad y unirme más a la tuya.


miércoles, 29 de abril de 2020

Oración para el jueves 30 abril


Después de la Resurrección de Jesús, los apóstoles se dispersaron por el mundo y contaron su historia. Muchos hombres y mujeres, hambrientos de justicia y de esperanza, entendieron que Jesús era el pan que habría de saciarles, y se convirtieron.

Porque Tú nos dijiste que eres pan de vida. No elegiste otro manjar, sino el pan, el más sencillo de los alimentos. Y también el más universal. Con tu ejemplo, nos animaste a querer ser también nosotros pan alimenticio y nutritivo, alimento fortalecedor que sirva a los demás para seguir adelante en este mundo complejo y cambiante.


martes, 28 de abril de 2020

Oración para el miércoles

FRATERNIDAD ENTRE GENERACIONES

Francisco de Asís, nos recuerda que tenemos que descubrir juntos el camino que nos muestra Jesús, para mejorarnos como personas, nuestro ser y estar en  sociedad. Sentirnos convocados a la construcción de un mundo mejor, más humano, más justo, solidario y fraterno.
En este día de Solidaridad Intergeneracional, reconocer el verdadero tesoro de nuestros mayores, su sabiduría y experiencia adquirida a lo largo de la vida, como legado para los jóvenes. Apreciar su tiempo, desvelos, trabajo, esfuerzo, paciencia  y consejos que nos ayudan a tomar decisiones en tiempos difíciles. Mostrar nuestro agradecimiento y caminar de la mano.






REFLEXIÓN

En los rostros, cada una de las arrugas son surcos en los que solo crece riqueza.
La identidad se pierde si nadie nos escucha.  Somos protagonistas de la historia.
Debería haber más espacios de encuentro, escucha, diálogo,  convivencia y compañía.
Entre nosotros no hay distancia, juntos podemos dibujar nuevos caminos, hacer brotar vida, dando lo mejor de ti al otro.
Algún día, aunque ahora no lo pienses, serás mayor.
Hoy queremos iniciar un nuevo camino de la mano.



lunes, 27 de abril de 2020

Oración para el martes

ERES NUESTRA SALUD

"Hace años, un estudiante le preguntó a la antropóloga Margaret Mead cuál consideraba ella que era el primer signo de civilización en una cultura. El estudiante esperaba que Mead hablara de anzuelos, ollas de barro o piedras de moler.
Pero no. Mead dijo que el primer signo de civilización en una cultura antigua era un fémur que se había roto y luego sanado. Mead explicó que, en el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. No puedes huir del peligro, ir al río a tomar algo o buscar comida. Eres carne de bestias que merodean. Ningún animal sobrevive a una pierna rota el tiempo suficiente para que el hueso sane.
Un fémur roto que se ha curado es evidencia de que alguien se ha tomado el tiempo para quedarse con el que se cayó, ha vendado la herida, le ha llevado a un lugar seguro y le ha ayudado a recuperarse. Mead dijo que ayudar a alguien más en las dificultades es el punto donde comienza la civilización".
(Ira Byock)
 
Oración
Señor, cura nuestras heridas,
venda nuestros desatinos
los del cuerpo y los del alma.
Tú estás siempre a nuestro lado,
no sabes de abandonos.
Tu mano siempre está tendida
y cerca de nuestros desvalimientos.
Eres nuestro lugar seguro,
nuestro refugio y fortaleza.
Eres nuestra salud.
GRACIAS

Celebración de fe en familia




Partir el pan


TE CONOCIMOS,  SEÑOR
Andando por el camino, te tropezamos, Señor.
Te hiciste el encontradizo, nos diste conversación.
Tenían tus palabras fuerza de vida y amor, ponían esperanza
y fuego en el corazón.
Te conocimos, Señor, al partir el pan.
Tú nos conoces, Señor, al partir el pan.
Llegando a la encrucijada tú proseguías, Señor.
Te dimos nuestra posada, techo, comida y calor.
Sentados como amigos a compartir el cenar.
Allí te conocimos
al repartirnos el pan.
Andando por los caminos,
te tropezamos, Señor, 
en todos los peregrinos que necesitan amor:
esclavos y oprimidos que buscan la libertad,
hambrientos, desvalidos, a quienes damos el pan.

Del evangelio de Juan 6, 22-29
Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar. Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos.
Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron  y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó: «En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el  Padre, Dios».
Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Palabra del Señor

PARA MEDITAR 
 La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.
Jesús comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.
La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: « y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere? ». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.
La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.
Después de tantos años que necesitamos como seguidores de Jesús, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de "creencias" y de "prácticas" a vivir como discípulos de Jesús?
La fe cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del Antiguo Testamento. No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús… a parecernos un poco más a Jesús, transformaremos nuestras vidas y las de los que van caminando a nuestro lado.

A. R. Medina.
27 de abril. Parroquia del Buen Pastor (Zaragoza)

domingo, 26 de abril de 2020

Oración para el lunes




§  Que yo te busque, sino que Tú me buscas en todos los caminos. 
§  Que yo te llame por tu nombre, sino que Tú tienes el mío tatuado en la palma de tus manos. 
§  Que yo te grite cuando no tengo ni palabras, sino que Tú gimes en mí con tu grito. 
§  Que yo tenga proyectos para ti, sino que Tú me invitas a caminar contigo hacia el futuro. 
§  Que yo te comprenda, sino que Tú me comprendes en mi último secreto. 
§  Que yo hable de ti con sabiduría, sino que Tú vives en mí y te expresas a tu manera. 
§  Que yo te guarde en mi caja de seguridad, sino que sea una esponja en el fondo de tu océano.
§  Que yo te ame con todo mi corazón y todas mis fuerzas, sino que Tú me amas con todo tu corazón y todas tus fuerzas. 
§  Que yo trate de animarme, de planificar, sino que tu fuego arda dentro de mis huesos. 

Porque ¿cómo podría yo buscarte, llamarte, amarte... si Tú no me buscas, llamas y amas primero? 

El silencio agradecido es mi última palabra y mi mejor manera de encontrarte.


Celebración de fe en familia



Del evangelio de Lucas 24, 13-35
Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». Él les dijo: «¿Qué?».
Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor

PARA MEDITAR 
"Emaús confinado: no vas solo camino de Emaús, no. Jesús Resucitado va contigo"
Caminamos tristes por el sendero que lleva a nuestra cocina de Emaús. Y de ahí a la terraza. Y de ahí al sofá. Y otra vez, otro día, y otro día, a la misma cama. Suena el despertador. Y seguimos andando por el pasillo, de puerta a puerta, como animales enjaulados y tristes de un zoo pandémico. A veces nos aventuramos y llegamos al supermercado mirando a derecha y a izquierda, no sea que alguien se aproxime demasiado y nos haga impuros contagiados de final incierto.
Caminamos a nuestro Emaús con el peso de los ataúdes en el hielo y los besos no dados. Caminamos hastiados de paredes y de series y de bollos y de ejercicios y de noticias y de mentiras. Tenemos miedo al futuro sin la vida alegre y desenfadada que llevábamos, sin los bares, sin teatros, sin juegos, sin dinero en el banco, sin misas, sin parques.
Pero Él camina con nosotros. Nos habla, nos acompaña. Y no le vemos por nuestros ojos enrojecidos y por el tedio. Jesús está a nuestro lado en nuestro camino personal de Emaús. Tenemos que escucharle. Escucharle por medio de su Palabra que nos llega por todos lados. La Biblia no es un arcano escondido en manos de los sabios.
El Evangelio sigue en aquella repisa, o en la mesilla o en la pantalla del móvil, disponible con tarifa plana y gratuita, siempre en línea, para todos. Y así Dios nos habla y nos llena el corazón de fuego y de esperanza. Las Palabras de Jesús, que es la Palabra Viva, nos hacen renacer de nuestros huesos rotos, secos, muertos.
También Dios nos habla por los acontecimientos. Hay que leer el periódico de cada día y nuestro diario y ver como Dios nos interpela: tanta gente que ayuda, tantos que dan su vida, tantos que luchan por los otros, héroes que se enfrentan a la adversidad, guerreros niños, guerreros jóvenes, guerreras madres o guerreros abuelos, luchadores que aplauden, que reivindican, que rezan, que exigen, que aprietan los puños y tiran adelante. Con fe, con esperanza, sintiendo que su corazón es una hoguera inapagable.
Y está en tu cena, partiendo el pan de sí mismo. Porque cada vez que dos o tres se reúnen en su nombre Él está ahí en medio de ellos. Enciende tú también el corazón herido de los que encuentras en tu camino. Y en tu mesa se volverá a repartir el Pan de dios, Pan Bendito, que hace recuperar las fuerzas y la mirada. Emaús confinado. Pero Emaús al fin y al cabo. Sí
A. R. Medina.
Parroquia del Buen Pastor (Zaragoza).

sábado, 25 de abril de 2020

Oración para el tercer domingo de Pascua


#CORAZONES ENCENDIDOS. REFLEXIONES DESDE MI CASA.

Hay caminos y caminos. Caminos que no llevan a ninguna parte. Caminos estrechos. Espacios  tan abiertos que ni se ven los márgenes. Senderos imperceptibles llenos de luz. Sendas tortuosas y desérticas. Travesías de perdón y consuelo. Pistas pedregosas y otras lisas como la palma de la mano… tantos recorridos, que es preciso agudizar la vista para saber cuál es el propio. Porque no hay dos trayectos iguales. Y cuando uno lo vislumbra, siente que el corazón salta del pecho y serena el alma. Solo el corazón humilde acalla ruidos para encontrarlo, porque es preciso reconocer esa pequeña llama interior que calienta las entrañas y tener valor para seguirla. Somos personas rescatadas a precio de sangre, a susurros de esperanza, a palabras que reconstruyen los pasos que andamos y los llenan de sentido.

Los discípulos de Jesús vamos hablando y discutiendo por el camino, mas solo cuando escuchamos de verdad, se enciende nuestro corazón y nos reúne en el sendero de la vida para sentir Su fuerza. Unas veces proceden de las palabras del Maestro. Otras de algún ángel que se cruza en nuestra aventura de la vida. Sea como fuere, nuestra fe rescata las brasas y, en los momentos más dolorosos, es capaz de inflamar esperanzas.

Nuestra débil mirada no acaba de reconocer de entrada Su Presencia hasta que su mano acaricia nuestras heridas, y parte para ti y para mí el pan de cada día. Se cuela en nuestras casas, entre sábanas de hospital, en las manos que se sienten abandonadas, en las lágrimas impotentes, en la risa contenida, en los pasos cansados hoy entre paredes, entre nuestras travesías tecnológicas, entre los pucheros… para resucitar lo esencial en nuestras vidas. Y no se cansa de intentarlo a cada paso. Porque “el amor ni cansa ni se cansa”. Acompasa nuestros pasos y resucita nuestros rescoldos.
Acallemos ruidos. Acerquemos espacios íntimos. Seamos luciérnagas en la noche. Partámonos para ser más Uno que nunca. Seamos, como los discípulos de Emaús, testigos de que la Esperanza sigue Viva entre nosotros y que es capaz de devolvernos a la vida de cada día con una luz en la mirada. No estamos solos, pues aun siendo como somos, seres pequeños, somos habitados. Seamos senderos de Vida, pues Jesús se ha hecho Camino para nosotros. Y tú y yo, somos caminantes con corazones encendidos.

               (Reflexiones sobre las lecturas del 3er domingo de Pascua. Colegio LSF, Zaragoza)



jueves, 23 de abril de 2020

Oración para el viernes



QUIERO APRENDER DE TI

Quiero aprender tu capacidad de posar, sin prisa, la mirada en aquellos que te necesitan.
De hacer únicos los encuentros cotidianos.
Quiero aprender de Ti la generosidad sin límites.
Esa que desborda todo lo esperado, que te colma de bienes y de bendiciones.
Quiero aprender de Ti a pedir sin exigir, porque comprendes que cada uno da lo que tiene y puede en cada momento.
A Ti eso te basta Jesús, por muy poco que sea, por muy roto que esté, lo bendices y lo multiplicas.
Y quiero buscar como Tú los momentos en los que en soledad me encuentre con el Padre.
Esos momentos que me equilibran y me sostienen.
Que me ayudan a reconocer que todo viene de Él.
Que me hacen vivir dando gracias.
(Almudena Egea)

Celebración de fe en familia


El que cree en el Hijo


En los caminos de la vida
En los caminos de la vida
Señor, los caminos de la vida
están llenos de sorpresas,
y más si vamos por la periferia
siguiendo tus huellas;
pues aunque tratemos de ocultarlos,
antes o después, se hacen presentes
quienes están condenados,
por nuestras leyes y costumbres,
a ser invisibles.
Danos tus ojos, tu corazón,
tus entrañas, tu empatía
y compasión más viva…
Y líbranos de pedirles y exigirles
lo que no les dignifica:
que cumplan nuestras leyes estrictamente.
Ayúdanos, Señor, a seguir tus pasos,
a dejarnos sanar para sanar a los hermano.
Y si brota el agradecimiento,
que sea desde lo más hondo:
libre, sincero, espontáneo…
como el del leproso samaritano.
                                              Florentino Ulibarri

Del Evangelio Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él
Palabra del Señor

PARA MEDITAR 
"El que cree en el Hijo"
El discurso del evangelio de hoy sigue profundizando en lo esencial del encuentro de Jesús y Nicodemo. Nos muestra dos orígenes, dos tipos de personas; al hablar de la tierra refiere a la persona que carece de vínculos con Dios, es el que “habla de las cosas de la tierra”; y al hablar del cielo alude a Jesús mismo quien “da testimonio de lo que ha visto y oído”. Jesús muestra el rostro del Padre, el ser y el hacer de Padre. Acoger, creer en la Palabra del Hijo significa aceptar a Dios.
¿Cómo vivir ante el Padre?
Jesús nos enseña dos actitudes básicas. En primer lugar, una confianza total. El Padre es bueno. Nos quiere sin fin. Nada le importa más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, recelos, cálculos o estrategias. Vivir es confiar en el Amor como misterio último de todo.
En segundo lugar, una docilidad a la fuerza del ESPÍRITU. Es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues solo quiere una vida más digna para todos. No hay una manera de vivir más sana y acertada. Esta es la motivación secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios Padre. Construir un mundo siempre nuevo de fraternidad, compresión, ayuda mutua
¿Qué es vivir con el Hijo de Dios?
En primer lugar, seguir a Jesús: conocerlo, creerle, sintonizar con Él, aprender a vivir siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la miraba Él; tratar a las personas como Él las trataba; sembrar signos de bondad y de libertad creadora como hacía Él. Vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna. Para un cristiano no hay otro modo de vivir más apasionante.
En segundo lugar, colaborar en el Proyecto de Dios que Jesús pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos. A los que lloran, Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre, los quiere ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para todos. Este Proyecto que Jesús llama "Reino de Dios" es el marco, la orientación y el horizonte que se nos propone como seguidores
¿Qué es vivir animados por el Espíritu Santo?
En primer lugar, vivir animados por el amor. Así se desprende de toda la trayectoria de Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde el amor. Nada hay más importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza en nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas torpezas, miserias.
Por último, quien vive "ungido por el Espíritu de Dios" se siente enviado de manera  especial  a anunciar a los pobres la Buena Noticia. Su vida tiene fuerza liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven ciegos; es un regalo para quienes se sienten desgraciados.


Andy R. Medina.
23 de abril. Parroquia del Buen Pastor (Zaragoza)

miércoles, 22 de abril de 2020

Oración para el jueves



Los apóstoles, después de que Jesús resucitara, sintieron una fuerza y seguridad interiores tan poderosas que les permitió establecer con claridad sus prioridades: y, entre ellas, la principal: el amor a Jesús, a Dios, y su obediencia a Él, antes que a los hombres.
Igual que a ellos les proporcionaste esa confianza indestructible en Ti, nosotros te pedimos que nos concedas la inteligencia de saber elegir lo que es bueno: conocerte mejor y amarte mejor, para que podamos actuar en nuestra vida con confianza en tu amor, más felices y más abiertos a los demás.

PADRE NUESTRO DE LA TIERRA Y LOS POBRES

  PADRE NUESTRO DE LA TIERRA Y LOS POBRES Padre nuestro, que estás en la tierra , en los valles, los bosques, el desierto y la ciudad… y t...